lunes, 14 de abril de 2008

El fenómeno de Carla Bruni : 'Ni putas ni sumisas'


por María Jimena Duzán. Columnista de EL TIEMPO.

Acabo de estar una semana en Europa y debo confesar que llegué intoxicada con la fiebre que vive el viejo continente por la italiana Carla Bruni, esposa desde hace dos meses del presidente Nicolás Sarkozy, ese enfant terrible de la política francesa.

No hay un medio que no haya terminado eclipsado por su imagen -ya sea cuando sale desnuda o cuando sale vestida-, ni un analista influyente que no haya analizado en sus columnas a profundidad el fenómeno Bruni, como si se tratara del evento político más importante y definitivo de esta Europa unificada. La bobería ha llegado a tal extremo, que ya son varias las plumas pesadas que comparan a la Bruni con el poder seductor de Jackie Kennedy y de Evita Perón, dos mujeres que sobrepasaron la importancia de sus esposos en el poder.

Debo decir que no tengo nada en contra de esta diva italiana, hija ilegítima de un adinerado aristócrata italiano. No obstante, confieso que me gustaba más la Carla Bruni rockera, la cantante de vida licenciosa e indomable, que prefería unos buenos bluyines a los modelitos virginales y convencionales de niña buena estilo Laura Ashley, como de la Bogotá de hace 50 años, que le pusieron para ir a visitar a la realeza inglesa.

Sin embargo, desde ese episodio mediático en que el mundo entero vio a una Carla Bruni totalmente domada y sumisa -aceptó incluso ponerse zapatos sin tacones para no aparecer por encima de su marido-, esta hermosa italiana tiene a Europa a sus pies.

Es tal la fiebre por la Bruni, que ya hay quienes la catalogan como una estadista de grandes quilates y la comparan con una matrona Angela Merkel. Tal como van las cosas, a lo mejor la equiparan con la importancia de De Gaulle. Qué importa que todo lo que gusta de esa Carla Bruni sea una farsa. La suya es una farsa que convence, que gusta, a pesar de que no se haya casado por amor, como sí lo hizo Grace Kelly, y de que se le note demasiado su desaforado afán por el poder, cosa que siempre supo disimular con gran señorío una Jackie Kennedy.

El fenómeno Bruni, sin duda, es un tremendo retroceso en las conquistas que la mujer había hecho en la política y en el mundo del poder a lo largo de los últimos tiempos. Conquistas que se lograron con dificultad porque el poder, dejémonos de vainas, sigue siendo hasta cierto punto un imaginario masculino, donde a las mujeres les toca comportarse de manera sumisa, sin levantar la voz ni hablar demasiado.

En realidad, aunque no se comente mucho el tema, las mujeres que sobresalen en la política no pueden ser convencionales ni sumisas, sino todo lo contrario: deben romper paradigmas, como de hecho lo hace Piedad Córdoba en Colombia o Nancy Pelosi en el Congreso norteamericano. Dos mujeres controversiales, echadas pa'lante, que rompen fronteras. En esa lista pondría también a Marta Lucía Ramírez y a Cecilia López.

Sin embargo, el éxito del fenómeno Bruni nos retrotrae a lo que yo he dado en llamar la línea catre, de la cual pensábamos habíamos salido en buena hora. La línea catre permite que las mujeres sobresalgan en la política a través de las sábanas del poder, como de hecho lo hizo en su momento Evita Perón y como también lo han hecho tantas mujeres que hacen política en Colombia, pero de las que, por prudencia, no digo sus nombres.

El caso de Carla Bruni, a pesar de sus curvas espectaculares y de su aspecto casi virginal, encaja en esta línea. Ella encarna al mejor ejemplar de este estilo de ascenso al poder.

En ese sentido, nada mejor que volver a plantear la lucha de la mujer por acceder a la política y a los puestos de poder entre ciertas fronteras aceptables. Y por ese mismo camino habría que decir que comparto las fronteras impuestas por una de las ministras de Sarkozy, Fadela Amara, fundadora de un movimiento por los derechos de la mujer musulmana, que tituló bajo el siguiente postulado: "Ni putas ni sumisas". Así de simple. ¿Será que la Bruni se afilia al movimiento?

Carla Bruni-L'amour (en vivo)



4 comentarios:

Guzz Lightyear dijo...

Interesante artículo.

Saludos ;)

http://elcuartodeloschecheres.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Hola, Malena. ¡Cuánto tiempo sin saber de ti! Un beso,
evamarco.blogspot.com

Anónimo dijo...

pues hay que ser muy puta y cerda para acostarse con el baboso de salrkozy, cuya vida se agote pronto en medio de largos e insoportable doloresdolore

Yai dijo...

Tienes mucha razón enlo que dices, pero igual no pude evitar dejar llevarme por el fenómeno Carla Bruni cuando escuche Those dancing days are gone... pegajosa para qué negarlo! pero primera dama? demasiado para mi....