Una Canción de Despedida

"Pero...¿ qué es amor? ¿ quién nos lo vendió con corazones y lazos rosados? ¿quién nos dijo que amor era llorar como novias plantadas? ¿que amor era mitificar o maquillar la humanidad del otro hasta hacerla desconocida, misteriosa o etérea? ¿quién nos llevó a creer que por amor se mata uno o se suicida? ¿O que el amor se puede robar y que por eso hay que encerrarlo entre cuatro paredes para esconderlo del ladrón? ¿que el amor no puede multiplicarse? ¿que si se reparte demasiado se gasta? ¿quién nos vendió esas mentiras? ¿por qué nos las seguimos creyendo?" (Julia Ardon)

¿Alguna vez te has enamorado con pleno conocimiento de que tu corazón se quebrará en mil pedazos?, quiero compartirles un fragmento de una historia que a mi parecer muestra la agonía y los pensamientos de una mente obsesiva cuando se enamora.

"Los rayos iluminan momentáneamente el cielo, los truenos rompen el silencio de estas calles desiertas y el olor a sangre aún está inmerso en mis ropas, en mi piel, hay un recuerdo oculto entre las sombras de la noche de esta inmensa ciudad en donde el ángel de la soledad se hospedó hace siglos atrás, por esa misma época la conocí, su piel era blanca como el lirio, su cabellera era más negra que la oscuridad misma y sus ojos despertaban las más temibles pasiones, recordaban que somos seres atroces que pasan sus días tratando de olvidar que ésta es la única vida que se nos ha dado y en consecuencia somos incapaces de vivir un solo instante, ella era diferente, ella parecía haber vivido más que la propia naturaleza en sus más ardientes furias, no imaginaba cómo ella podría mirar esta alma fría y sucia, impregnada del olor de lo cotidiano y manchada de la sangre de siglos de sueños asesinados por el miedo y el olvido.

Su corazón era una tumba de dolor y quería desesperadamente salir de la oscuridad de su cabellera y encontró en mis ojos el reflejo de su tristeza, de su soledad y vio mi propia oscuridad y descubrió que su destino jamás vería la luz, pero que tal vez podría compartir su soledad.

Su voz era graciosa, pero toda la vida cabía en una palabra suya, esa misma y única palabra con la que me dijo que había muerto vente mil lunas atrás, que la vida era solo una y que ella la perdió sin siquiera darse cuenta, la perdió tratando de encontrar la belleza y el heroísmo de las historias griegas; yo callé para no apagar su miseria, pero había descubierto que el heroísmo era muy parecido a la estupidez que yo tenía de sobra y la belleza, esa belleza de las historias griegas fue justamente lo que hallé en ella, imaginé a Ariadna en su balcón esperando por Teseo, imaginé a Medusa y su cabello de serpientes con la esperanza de que llegara alguien que conociera el secreto y a Helena llorando al bello Paris muerto en la batalla y ella allí, esperando mi reacción, era aún más hermosa… y el tiempo se detuvo para que pudiera contemplarla durante mil eternidades, aunque me bastó solo un segundo para amarla, y el aire, las ideas, los sueños, el mar, el mundo entero se conectaron con mi corazón y aún hoy recuerdo ese, mi primer instante, ese primer latido de vida, esa primera canción; esta vez, nuevamente callé porque comprendí que si le mostraba que la vida podía nacer aún en el interior del ser más simple, entonces la perdería en un segundo, ella era mucho para mí, ella lo sabía y yo también, pero mientras pensara que solo éramos cuerpos sin alma estaría a mi lado"...